Adiós, metro[Libre].

Savannah no estaba muy segura de lo que hacer. Un día soleado, el astro mayor quemando en lo más alto del cielo, lanzando sus rayos hacia todo aquel que estuviera subyugado a él, cuya potencia sólo era combatida por una tenue corriente de aire otoñal que tanto amaba ella.

-Ya queda poco para el invierno...-murmuró en voz baja, observando las ojas esparcidas en la base de los árboles que decoraban el centro de Sunpark. A esa hora, el lugar estaba tan concurrido como cabía esperar: cientos de adolescentes charlando y adultos andando con prisas aparentes. Qué común era todo allí. Mas esa misma simplicidad que comprendía Sunpark era lo que la encandilaba.

''Aunque no me importaría viajar hacia otros sitios del mundo...'' pensó en ese momento.

Arremangándose la camisa, giró sobre sus talones y caminó hacia la boca del metro, situado en la acera opuesta. Cruzó la carretera sin muchos miramientos, esbozando una mueca de reprobación a sí misma. Una estudiante de Derecho saltándose las normas, era el estereotipo perfecto. El calor la envolvió como un papel a un caramelo, y Savannah borró la sonrisa de su cara. Lo odiaba. El metro estaba igual de concurrido que las calles, e interminables colas esperaban para comprar su pasaje. Savannah sacó su tarjeta y pasó sin muchos miramientos hacia el metro de la línea 2. No era alguien dado a usar el transporte público, ni siquiera propio. Procuraba ir andando siempre que podía, para así no llevar una vida sedentaria.

Agachó la cabeza hacia su bolso para guardar la tarjeta y, antes de poder hacer nada, chocó con fuerza contra alguien y se llevó la mano a la cabeza, dolorida. Alzó los ojos y observó una chica, más joven que ella, que parecía estar en las mismas condiciones.

-Vaya, lo siento.-dijo ella, con voz neutra mientras se acariciaba el chichón que acababa de salirle.-Me he despistado, no te he visto llegar.

- Tened cuidado por las calles - Les dije a mis Summers en un abrazo colectivo para despedirme de ellas a la salida del cine – Me encantaría irme con vosotras a cenar pero sabéis como es mi madre en las visitas de mis familiares, todos en casa para estar juntos –La imité y me reí separándome de ellas- No la lieis mucho –Sonreí mientras se daban la media vuelta y se iban a la avenida principal.

Suspiré y las vi alejarse. Sabía que se irían a mirar lago de ropa y después cuando fuese de noche comerían en uno de nuestros sitios preferidos. Qué se le iba a hacer. Me encogí de hombros, me puse los cascos, le di aleatorio y en un segundo Maroon 5 me cantaba Misery, al igual que mis amigas me puse de camino, pero a diferencia de ellas iría a mi casa donde mis primos estarían en casa restregándome por la cara las competiciones de surf que habían participado en mi tierra, en Australia. Odiaba todo aquello, pero por lo general me caían bien.
Bajé hasta el metro que era la forma más rápida para llegar a mi casa sin gastar dinero en un taxi.
Saqué la tarjeta de metro, lo pasé y me fui directa a la línea 2 . Me guardé el pase en el bolsillo del pantalón y cuando levanté la cabeza me comí a una chica morena. Parecía que estaba condenada a ser tan torpe que o bien me caía y hacía que los demás se viniese conmigo como a Jackson o como en ese instante chocarme con personas.

- No pasa nada –Le dije al tocarme la nariz, que milagrosamente no estaba sangrando- Todos tenemos despistes, lo digo por experiencia.