Café calentito. [Libre]

Starbucks. Cualquiera diría que era caro (y lo es). Pero el delicioso Café Mocca que servían allí superaba a Savannah. Los muffins y las tartas llenaban los mostradores y se le encogía el estómago al sentir unas repentinas ganas de comer. Ese día no estaba muy lleno. Era tarde, cerca de las ocho. Afuera empezaba a anochecer, y los viandantes poco a poco se iban perdiendo en la lejanía, ocultos bajo la oscuridad.

Un día agotador, pero Savannah estaba feliz. El otoño ya se había asentado y el frío se dejaba ver, lo que la reconfortaba. Y, como era propio en ella, no había dudado en pasar la tarde dentro de una pequeña cafetería, con su café Mocca y el periódico del día.

No estaba prestando mucha atención a los clientes que entraban y salían, concentrada como estaba en las noticias que se dibujaban en forma de letras impresas delante de sus ojos. Tampoco el característico sonido de la silla al ser arrastrada por el suelo. Tomó un somero sorbo del café, y pestañeó un momento al escuchar el sonido de un ordenador al encenderse. Su entrecejo se frunció, y alzó la cabeza para observar a un chico sentado en una mesa no muy alejada. Estaba aparentemente inmerso en lo que estaba haciendo, su cara bañada por la luz de la pantalla. Era de su edad, más o menos. Y guapo, sí, aunque eso a Savannah no le era relevante.

Su expresión no varió ni un ápice en lo que duró su escrutinio. El chico no parecía darse cuenta de cómo Savannah le observaba, y eso a ella, en parte, le agradó. Poder mirar a alguien y analizarlo sin reparos era difícil de conseguir. Aunque era la primera que sabía que era algo descarado. Así pues, se quedó quieta un momento, su cara parcialmente tapada por las hojas del periódico, y dio otro pequeño sorbo al café.

La cara de Savannah no mostró sorpresa alguna cuando vio que el chico se levantaba y se acercaba a ella. Por dios, ahora que había encontrado una noticia interesante... Él carraspeó a los pocos segundos y Savannah no tuvo más remedio que alzar la vista y dirigir una mirada penetrante hacia su rostro. No dijo palabra al principio, simplemente se tomó su tiempo para apurar otro sorbo de su café y ver de cerca sus facciones.

''Realmente, es atractivo'' pensó. No obstante, había algo que no le gustaba de él. Quizá el tono de su voz, o la expresión de su cara. O quizá se estuviera obsesionando. Llevando tan poco tiempo en Sunpark, no se fiaba un pelo de nadie. Claro que por ello no significaba que todo aquel que se acercara a ella tuviese que ser un engreído o un idiota.

''Perhaps''.

Soltó entonces un suspiro y arrastró la silla unos centímetros más hacia delante para dejarle al chico el espacio que necesitaba. Nunca podía terminar el café en paz...

-Dudo que con un portátil se estudie bien-murmuró Savannah, antes de pararse a pensar en si sonaba borde o no. Se humedeció un dedo y pasó la página del periódico, al tiempo que se permitía echar una mirada de reojo al chico. ¿Le habría desagradado? Savannah no entendía muy bien por qué se hacía una pregunta tan obvia pues, a no ser que fuese alguien excepcionalmente apático, seguramente se envararía en breves momentos. Y esperaba no tener que aguantar a gallitos...

''Bueno, qué mas da. A lo hecho, pecho.'' se dijo, mientras volvía a sumergirse en el periódico.

La puerta tintineó de nuevo y Savannah alzó un poco la cabeza, levemente sorprendida. Era raro que a esas horas siguiese llegando gente. Observó por el rabillo del ojo a otro chico, que no parecía tener interés en nada salvo en la mesa en la que se iba a sentar.

''¿Otro más?'' suspiró Savannah para sí, volviéndose a tapar la cara con el periódico, no sin antes echar una mirada hacia el chico del portátil. Estaba bastante confundida, tenía que admitirlo. ¿Su instinto le había fallado? Era difícil decir con seguridad qué tipo de personalidad tenía, pues sus acciones la habían dejado algo descolocada. Su respuesta la había satisfecho, no obstante, y poco le había faltado para esbozar una sonrisa. Pero se había retirado tan pronto como había llegado. Vaya.

Escuchó de fondo al otro chico garabatear algo, y deslizó un poco el periódico para tener una visión parcial de él. Oh, sin duda, esos dos podrían trabajar de modelos si quisieran. Savannah alzó una ceja y esbozó una mueca altiva cuando notó que estaba mirando en su dirección, y después dirigió su mirada hacia el papel y el boli que sostenía. Por lo menos había alguien que estaba chapado a la antigua.

Y, antes de que pudiese decir algo, la puerta se abrió con fuerza y una figura de negro entró. Los dependientes de la tienda se quedaron palidos y petrificados, nosotros, igual de quietos que antes, sin poder apartar la vista de la pistola que sostenía el atracador. Tenía la cara cubierta por una palestina que le tapaba todo el rostro a excepción de los ojos. Ni siquiera se le veían la cejas, lo impedía el gorro que llevaba. Era bastante corpulento, si bien no muy alto.

-¡¡Manos arriba!!-gritó con fuerza, y de repente uno de los dependientes chilló y se ocultó tras el mostrador. El terror me embargó a mí también, y dejé el periódico con rapidez mientras alzaba las manos y me observaba el regazo. ¿Pero qué era eso?

Mantiene la mirada fija en el periódico durante unos segundos, sin darse apenas cuenta de lo que está haciendo, ni de quién pueda estarle mirando, paseando por su cabeza la clara idea de que los trabajos dedicados al "algo original" no son su fuerte a aquellas horas de la noche.
¿Lo son a alguna? Esa es la cuestión que debería empezar por hacerse.

Pero antes de que pueda despejar alguna incógnita sobre su forma de "trabajar", la puerta del Starbucks se abre con más fuerza de la normal y, al alzar la mirada para eso de ver quién entra, se topa con la imagen de un tipo fortachón, con muy malas pintas y el rostro cubierto. Aunque eso no es lo primero que ve: lo primero que ve es la pistola que lleva en la mano.
Traga saliva y suelta el boli, dejando que éste se deslice por encima del folio en blanco y acabe cayendo de la mesa mientras él levanta las manos, notando cómo le da alguna especie de tic nervioso en el labio inferior.

El atracador se fija en él en el momento en que el pilot cae al suelo, resonando contra éste en medio de la tensión creada por el tipo de la pistola, cuya atención se desvía de pronto hacia un muchacho cercano, el del portátil. Vinz supone que tiene la intención de robárselo. Sospecha que se confirma cuando le ve acercarse a él.
- Bonito juguete... ¿Te importa? -alardea burlón, apuntando al muchacho con el arma mientras acerca la mano libre al portátil.