A solas con mis dilemas {Libre}

Hoy era uno de esos días en los que te encuentras... Simplemente, desganada. Cansada. El mejor plan -y el que mas me apetecía hacer- que tenía para esta tarde era tumbarme en la cama y ver pasar las horas.
No podía describirme ni como triste, ni enfadada, aburrida, agotada. Desganada, quizá, era la que mas se adaptaba a mi en ese momento.
Pero tenía la sensación de que tampoco podía tumbarme en la cama y pasar allí la tarde, sin mas. Aunque desconectar del resto del mundo era lo que mas quería y necesitaba.
Decidí que saldría a dar una vuelta. No sé, que me diera un poco el aire. Aunque fueran diez minutos. Me puse la primera cazadora que encontré y salí tal cual, en jeans, deportivas, y sudadera; casual.
Caminé sin ningún rumbo mientras daba rienda suelta a mis pensamientos. Estos se movían mucho mas rápido que mis piernas, y llego un momento en el que dejé de prestados atención a mis pasos para ponerla total y absolutamente en mi cabeza.
Dean y Dawn eran mis principales problemas (o dilemas, dependía del punto de vista). Por una parte, él, ese rubito perfecto del que, aunque no me gustara la idea, estaba total y perdidamente colgada de él. Pero era algo así como esperar que un Dios inalcanzable posase la mirada en una chiquilla cualquiera... Imposible.
Y por la otra, Dawn. Antes fuimos amigas, pero desde que marchó junto a las Diamonds, no solo nos mira por encima del hombro sino que... No había hecho nada para evitarlo. Quiero decir, nada. Tuvimos una discusión, y marcho sin mas. Lo cual me daba muy, muy mala espina.
También estaba Papá. Hace mucho que no llama a casa desde que se fue de misión. Me tenía preocupada. Sabe lo paranoica que soy con estas cosas, ¡y sigue sin llamar!
Cuando me quise dar cuenta, estaba caminando por el este de la ciudad. Bueno, no estaba mal. En el este los riesgos de cruzados con caras conocidas se reducían, y mucho. La verdad, no me apetecía hablar con nadie. Ni siquiera me creía con fuerzas para mostrar una sonrisa cordial y fingida.
Me senté en un banco de la calle. Ya me había despistado suficientemente por hoy. Si seguía caminando, solo Dios sabría donde acabaría.
En el bolsillo de la cazadora encontré mi Blackberry y mi iPod. No sabia que los había sacado a la calle. Encogiendome de hombros, me puse los auriculares y di al modo aleatorio. Play. Remembering Sunday, de All Time Low. Cerré los ojos para hundirme en sus acordes, no sin antes pulsar el botón rojo del móvil. Apagado.

[A mi tambien me gusta All Time Low *-*]

Estaba harta de salir por ahí sola, sin encontrarme con nadie conocido, aunque tampoco me podría quejar, había conocido a aquel chico rubio llamado Jackson, bastante agradable para levantarme tras ser la persona más torpe del mundo. Había sido la manera más rara del mundo en la que conocía a un chico.

Saqué mi móvil con ese recuerdo de aquel día en mente, era una de las pocas tardes en las que todo el mundo está ocupado excepto como no, tú. Busqué en mi agenda y llamé a Diana. Sabía que ella estaría disponible para salir, siempre lo estaba. Le dí al botón verde y esperé a que su voz me saludase como siempre lo hacía con un “Hey Britt”. Pero el buzón de voz me saltó, había apagado su móvil. Suspiré decepcionada, no quería pasarme otra tarde adelantando deberes y estudiando cosas para exámenes que no tendríamos hasta dentro de varias semanas. Me negaba.

Salí de casa con una sudadera vieja celeste, unos vaqueros e mis inseparables converses blancas algo sucias. Me puse los cascos, le di al play y McFly cantaba y tocaba Falling in love en mis oídos en menos de dos segundos.

Tomé el metro, dirigiéndome al este, sabiendo perfectamente que me encontraría con alguien tarde y temprano, y eso era lo que yo quería, aunque me tuviese que encontrar con alguna Diamonds. En menos de diez minutos me paseaba por la avenida, moviendo la cabeza al ritmo de Lies, cuando observé a lo lejos una chica que se parecía a Diana estaba sentada en un banco, a medida que estaba más cerca, vi, en efecto, que era ella.

-¡Didi! –La saludé con alegría aunque ella estaba al igual que yo escuchando música y con sus ojos cerrados- Didi –Repetí de nuevo.

Off: Y a mí McFly *___*


Di un suspiro, aquel debía ser el enésimo esta tarde. Estaba tan preocupada... Quizá tres cosas no fueran muchas, pero sí lo suficientemente graves, al menos a mi parecer. En aquellos momentos me sentía afortunada de no ser una de esas chiquillas millonarias llenas de problemas y vida ajetreada. Sería incapaz de sostener una situación así, si ya a duras penas sobrellevaba el estar enamorada de un deportista de élite y de ser de las peores enemigas de una chica popular.
Apenas la canción había terminado y comenzaba a sonar Sober, de Pink, cuando me pareció escuchar una voz familiar llamándome por el gracioso apodo que llevo teniendo desde bien pequeñaja.
Abrí los ojos y me encontré con la enérgica de Brittany. Fui incapaz de ocultar mi sorpresa; no esperaba que nadie se fuera a topar conmigo esta tarde.
- ¡Britt! -la saludé alegre, mientras me quitaba los auriculares y me levantaba para darla un abrazo. Contar con la compañía de una de mis mejores amigas quizá me vendría bien para sacarme todos estos dilemas de la cabeza y distraerme un rato.
Brittany. Parecía un pequeño ángel recién caído del cielo, que aparecía siempre que la necesitaba. ¿Sería un ángel realmente?
- ¿Cómo tú por aquí? -le pregunté con curiosidad sincera. Aquella no era más que una tarde perezosa y abandonada, esperando con parsimonia la llegada de una noche llena de peligros y desenfreno. No podía evitar preguntarme qué la habría llevado hasta mí. ¿Tendrá también un GPS con el que localizarme?

[*_____________*]

A la segunda llamada, escuchó al fin que la estaba llamando, seguramente e igual que yo tendría la música bastante alta que ni se habría dado cuenta de que estaba llamándola.

Me quité los cascos en el momento en el que veía su cara de sorpresa al verme, estaba claro que no esperaba compañía aquella tarde. Me saludó con alegría, como si verme hubiese sido un deseo cumplido. Se levantó al instante y me dio uno de sus abrazos fuertes, de los que te preguntas como no ibas a quererla.

- Ya sabes, tarde aburrida sin nada que hacer, nadie disponible, tu móvil apagado, y me negaba a adelantar trabajo –Me reí a la misma vez que me separaba de ella- No tenía nada mejor que hacer que perderme por las calles del Este de la ciudad –Me encogí de hombros como si fuese lo normal- ¿Y tú? Al tener el móvil apagado me has preocupado, siempre lo tienes encendido –La miré esperando su respuesta con curiosidad.

La escuché con atención y reí con ella. Brittany era una chica aplicada... Pero todas necesitábamos un respiro, desconectar de vez en cuando, podía entenderlo.
Me encogí de hombros, di un suspiro y saqué mi BlackBerry, apagada, como comprobando que realmente lo estaba así. Era cierto. Era muy raro llamar a mi número y que saltara el buzón de voz por estar apagado. Me gustaba estar conectada al mundo, localizable. Nunca se sabe lo que puede pasar, es mejor tenerlo encendido, por si las moscas.
Pero hoy no... Hoy era un día... "diferente". Si. Podía llamarlo así. Extraño. Inusual. Yo no solía deprimirme con facilidad, no tendía a estar triste, a evadirme. Pero, ¡qué diablos! Hoy lo necesitaba con creces. Y tener un día para satisfacer mi caprichoso no era tan malo, ¿no?
- Quería... desconectar -respondía con sencillez-. No sé, evadirme del mundo un rato. Liberar los pensamientos. En las cuatro paredes de mi habitación me resultaba imposible. Necesitaba algo más... aireado -sonaba estúpido, cierta, pero era mi enorme verdad.

La escuché con atención, la comprendía perfectamente. Aunque pareciese mentira yo también tenía de esos días, en los que estar metido en tu habitación hacían que te entrasen ganas de gritar. Había hecho lo correcto.
Entrelacé mi codo con el suyo, tenía la idea perfecta para aquella situación.

-Y no hay nada mejor que liberar los pensamientos que una tarde de compras, y después sesión de café, mientras la tita Britt te da la opción de que le cuentes todo lo que quieras incluyendo cotilleos- Sonreí abiertamente- ¿Qué te parece? ¿Te animas?- Me reí- Nunca viene mal desahogarse con alguien. Aunque si no tienes dinero encima da igual, siempre podemos mirar.

Odiaba ver que Didi estaba a sí, no lo soportaba, quería que se distrajese de sus pensamientos.

En aquellos momentos me decía a mí misma que si el mundo estuviera lleno de personas como mi amiga, este sería un lugar mejor, un lugar mucho mejor.
- Venga, va -dije con energía. Era cierto, ¿que podía venirme mejor que despejarme con una de mis mejores amigas? Quizá si me desaogaba un rato con ella, no sé, una buena charleta podía levantarme el ánimo-. Aunque me temo que que solo podremos mirar... Tengo dinero para el café, pero dudo que con cinco eurillos que llevo en el bolsillo pueda comprarme mucho más -comenté con una carcajada; lo último que me esperaba al salir de casa era acabar yendo de tienda en tienda buscando nuevas adquisiciones que añadir al armario, de ahí que apenas llevase dinero.
Echamos a caminar por las calles. Me iba a ser difícil sacar aquellos desagradables pensamientos de mi mente... Pero bueno, podía intentarlo. Quién sabe, quizá expulsarlos por esta bocaza mía me ayudaba a expulsarlos también de mi cabeza. Aunque no tenía ni idea de por dónde empezar... Así que empecé por el absoluto principio.
- Estoy preocupada, Britt.

- Entonces decidido, pero me ayudarás a elegir algo bonito, tengo dinero guardado desde hace semanas y creo que ya va siendo hora de gastarlo en ropa -Toqué el monedero que tenía guardado en la sudadera, me había tenido que contener mucho para poder llegar a comprar algo caro y bonito.
Empezamos a andar por el bullicio de las calles, yendo dirección a una de nuestras tiendas preferidas, ni muy caras pero tampoco baratas, donde multitud de ropa, complementos y zapatos, te miraban deseosos de que los compraras, podría decirse que hasta te ponían ojitos y claro, raro era si te podías contener ante ellos.
De repente Diana, habló.
-¿Por qué? ¿Sobre qué? -Dije preocupada, no se me pasaba nada en la mente por la que ella estuviese a sí.

Caminamos y acabamos mezclandonos con el ajetreo de este día perezoso, y entramos a una de las muchas tiendas de la zona. ¡Cómo me arrepentía de no haber cogido mas dinero en aquel instante! A Britt y a mí nos encantaban estas tiendas. No era de extrañar: ropa y complementos de moda y con estilo, y lo que era mas importante, a precios mas asequibles que en otros negocios.
Quizá no fuera muy buena dando consejos en todos los temas, pero opinar sobre qué podía quedarle bien o mal a Brittany era algo que podía hacer siempre que me lo pidiera.
- No sé, chica... -comenté mientras ojeaba las camisetas colgadas en uno de los primeros percheros-. Me da la impresión de que hoy se me ha juntado todo. Oh, ¿qué opinas de esta? -pregunté de improviso al encontrar una camiseta palabra de honor en color rojo, con un bonito lacito adornando el lado izquierdo. Abordar la búsqueda de ropa para ella iba a ser mucho más sencillo que abordar un tema de conversación como el que estábamos teniendo. Decidí empezar por lo mas sencillo.
- Empezando porque ya hace seis días desde que mi padre no llama. No es propio de él, sabe cuánto nos preocupa a mi y a mi madre -mi padre era general del ejercito. Siempre que estaba de misión procuraba llameemos todos los días, o sino cada dos. En el peor de los, su superior nos hacia una llamada de treinta segundos asegurandonos que todo estaba en orden.

Cuando entramos en la tienda, empezamos a mirar ropa al mismo tiempo en el que Didi iba a empezar por la base de sus preocupaciones, y yo la escucharía pacientemente, e intentaría ayudarla en todo en lo que ella me lo pidiese, al igual que hizo conmigo, el día que Luke me dejó. Todavía me sentía algo mal por todo el confesionario y ralladuras que se me pasaron por la cabeza que le dije los días posteriores entre lágrimas y pañuelos en mi habitación.

Estaba mirando una falda lisa azul oscuro con tirantes cuando me comentó que se le había mezclado todo, y a la misma vez me ensañaba la camiseta roja palabra de honor con un lacito al lado izquierdo, miré la talla y la cogí con una sonrisa, iba a ser lo primero que me probaría.
También había sacado por mi parte la falda de mi talla cuando oí lo de su padre. Sabía lo preocupada que estaba por él siempre, exceptuando cuando llamaba.

- Vaya, que raro, pero eso es lo menor de lo que te puedes preocupar, tu padre es un buen militar, lo sabes, y siempre viene intacto, además seguramente está ahora mismo en una operación que le han mandado de última hora en la le es imposible utilizar el teléfono satélite para llamarte, sabes cómo es el ejército, tienen que mandarlo a cualquier lugar sin ni si quiera tres horas de antelación, no te asustes por favor –Le dije mirándola- Seguro que mañana te llama y te dice lo que yo te he dicho o algo parecido justificándote con pelos y señales su ausencia telefónica. –La abracé y le sonreí- Se siempre postiva